domingo, 13 de marzo de 2011

Tristeza

Se fue en un abril de mañana,
dejando mis noches sin flores de mayo;
luego su recuerdo se recostó perenne
en las paredes de mi mundo;
trajo brisas sin calor de agosto
y nostalgias eternas de septiembre,
lluvias copiosas, vientos, tormentas,
grises cielos y oscuridad al alma.

Una nueva navidad
de alba barba y bastón de apoyo,
que hace siglos peina canas,
y piensa a veces en no regresar,
se encarama pesada cada diciembre,
roja, oliendo a pino y a baratijas
para cabalgar sobre el recuerdo,
entre falsos y estridentes gritos,
frenéticos, de la mano del año nuevo,
pleno de saludos hipócritas y breves,
que escarban en esta tan mía, la tristeza.

Entonces, la resaca, única amiga,
me recordó su ausencia:
-Se que se fue, le dije,
y en sus brazos se llevó
todas las mañanas de abril,
sin espigas y sin frutos;
se llevó el sol y la brisa tibia,
se llevó la risa, la luz, la dicha.

Cerré los ojos por mil noches,
queriendo engañar a la conciencia;
y su recuerdo mi niña,
se aferró trémulo a mis manos,
se despertó perezoso en mi pecho,
dejando de nuevo esta marca de vacío,
y esta, tan mía… tristeza eterna.

                                       Diciembre, 1974





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