domingo, 13 de marzo de 2011

Te recuerdo, niña

Te recuerdo mi pequeña,
solo, como el día primero en que te ví.
Así, con la simpleza de una mirada limpia,
de un vestido rosa, de un par de trenzas,
de las medias escurridas y rebeldes,
de la falda escolar a cuadros y pliegues,
de la palabra tierna y breve.
Te recuerdo por la luz de tus ojos,
por tus caricias tímidas y nuevas,
por todo el ser que en ti crecía.
Te recuerdo niña de mis primeros años,
porque me amaste y dejaste que te amara;
porque nos pensamos noche a noche,
enlazando nuestros sueños adolescentes,
añorando tu ternura y mis afanes.
Te recuerdo porque era el tiempo
en que crecían las glándulas,
y nuestros cuerpos se necesitaban,
cargados de besos y de abrazos,
que generosos y a escondidas
prodigamos, para que el amor creciera,
para que el deseo incendiara,
para que el pecado acosara,
para que el desvelo invadiera
nuestras noches niñas, sin estrenar.
Te recuerdo, porque te conocí de niña,
esperándome en mi edad mejor;
porque nos bebimos la inocencia,
con amor puro, casi de santos,
con un arrebato de ángeles,
que descubren mil amaneceres,
con los corazones henchidos,
ciegos, sordos, lejos del mundo,
solos con nuestra soledad cómplice.
Te recuerdo porque entonces,
necesité tanto a Dios,
para tener a quien jurarle,
que te amaría hasta la muerte
y después de ella, no te olvidaría;
para suplicarle postrado
que su mano guardara tu corazón,
marcándolo para mi, por siempre.
Te recuerdo solo así.
Han pasado muchos años,
tantos, que somos otros,
casi extraños, casi desconocidos;
hoy es otra cosa,
por eso te recuerdo como te conocí.
                                    Junio,  1975

Tristeza

Se fue en un abril de mañana,
dejando mis noches sin flores de mayo;
luego su recuerdo se recostó perenne
en las paredes de mi mundo;
trajo brisas sin calor de agosto
y nostalgias eternas de septiembre,
lluvias copiosas, vientos, tormentas,
grises cielos y oscuridad al alma.

Una nueva navidad
de alba barba y bastón de apoyo,
que hace siglos peina canas,
y piensa a veces en no regresar,
se encarama pesada cada diciembre,
roja, oliendo a pino y a baratijas
para cabalgar sobre el recuerdo,
entre falsos y estridentes gritos,
frenéticos, de la mano del año nuevo,
pleno de saludos hipócritas y breves,
que escarban en esta tan mía, la tristeza.

Entonces, la resaca, única amiga,
me recordó su ausencia:
-Se que se fue, le dije,
y en sus brazos se llevó
todas las mañanas de abril,
sin espigas y sin frutos;
se llevó el sol y la brisa tibia,
se llevó la risa, la luz, la dicha.

Cerré los ojos por mil noches,
queriendo engañar a la conciencia;
y su recuerdo mi niña,
se aferró trémulo a mis manos,
se despertó perezoso en mi pecho,
dejando de nuevo esta marca de vacío,
y esta, tan mía… tristeza eterna.

                                       Diciembre, 1974





Para siempre...

Me diste tu noche de verano
y un cielo diáfano, brillante;
también me diste cumplida,
besos, momentos nuevos,
algo de ternura, algo de dulzura.
Tu vida llenó la mía:
entraste tan hondo en mí,
sacudiendo esta mía, mentirosa
indiferencia mal disimulada,
que olvidé la paz del que no ama;
arrastré tras mío los sueños
que escondido, alimenté de niño,
sacándolos desaforado
de mi ego buscador de fortuna;
y hundí mi cabeza y mi ser todo,
en ese, tu sopor de amor
y me llené de tus ojos, de tu voz,
me extasié con tu vida y con tu ser.
A menudo fue simple el tiempo,
y a menudo también borrascoso,
casi violento. Fuerzas del amor ? No se !
Acaso algún aliento nostálgico,
hizo dejarnos y juntarnos,
que ya lo nuestro, huelga decirlo,
en apariencia de amor, solo el nombre.
Yo bebí de tu vaso,
y tu comiste mi pan….,
entre risas y reproches,
nos dimos la vida y también la perdimos.
Si lo nuestro no fue ideal,
al menos sí, fuera de lo ordinario,
casi, casi especial, algo distinto;
tanta felicidad y tanta tristeza,
tanta pasión y tanta indiferencia,
en secuencia de instantes,
mezcladas a la vez, casi al tiempo,
hizo profundas nuestras huellas.
Lo nuestro pues, pudo parecer
lo más indisoluble, lo más eterno,
y al tiempo, el imposible más cierto.
Pero nuestra vida continúa,
Y hemos de escribir más páginas,
juntos aunque nos separemos,
separados, aunque estemos juntos.

                                         Abril, 1974



Este recuerdo tuyo


Me duele este recuerdo tuyo
porque a veces, vuelve a palpitar
y a veces lastima;
no porque te hayas ido;
tal vez fue mejor así.

Te quise tanto en otro tiempo,
que solo Dios supo entonces, cuánto;
te hubiera regalado mi vida,
te hubiera acunado en mi futuro,
hubiera desechado mis vergüenzas
y despedido mis propios sueños,
tan solo por retenerte.

Pero te marchaste…
y empecé a construir mi recuerdo,
y a consentirlo día con día,
viéndolo crecer como a un hijo;
se volvió robusto, casi indestronable,
hasta que volvió el amor.

Una y otra vez tocó a mi puerta,
le abrí presuroso y tenía otros ojos,
otros rostros, otros destinos.
Me dejé atropellar, extasiado a veces;
me dejé envolver, gustoso siempre.

Y tu recuerdo fue palideciendo,
se fue marchitando de viejo
y empezó a doler…..
Me duele tu recuerdo,
desde esta ausencia tan tuya
que ya no molesta, que ya no respira,
que ya no maltrata, que casi ni se nota.

Y es que sobreviví a tu partida
y no se cómo, me brinqué las tristezas;
sobreviví a las nostalgias añejas,
que fueron palideciendo con los años;
me monté en otras historias, demasiadas,
y me revolqué en otras tantas ilusiones.
Por eso me duele tu recuerdo,
porque sobreviviéndolo tras el tiempo,
ya casi te olvido.

                                              Mayo,  1978



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